Siembra del Romero

De entrada, a la hora de la siembra del Romero podemos encontrar diversos tipos, todos ellos pertenecientes a la familia de las Labiadas. El Rosmarinus officinalis de monte, el Rosmarinus officinalis ornamental tradicional y este a su vez en dos tipos: el de porte erecto y el denominado romero rastrero.

El Romero (Rosmarinus officinalis) florece en dos periodos del año. Uno de marzo a mayo y otro de septiembre a octubre. Su semilla madura en su floración primaveral de mayo a junio, momento ideal para la recogida de los frutos mediante el sistema de ‘ordeño’.

Sus semillas son de 2 a 2,8 milímetros de aspecto globosas, con cubierta seminal lisa de color marrón oscuro.

La extracción de la semilla se realiza mediante el protocolo de trabajo de trillado, aventado y separación densimétrica, con un rendimiento aproximado del 2,5%. Si no la vamos a realizar la siembra del Romero de inmediato, es recomendable el almacenamiento en frío y un ambiente seco.

El Romero no requiere tratamiento pregerminativo alguno, aunque se mejoran los resultados si se estratifican de 30 a 60 días en arena húmeda a unos 2 ó 3ºC antes de la siembra.

Tras la siembra del Romero, su germinación es epigea, con plántulas de 4 a 5 centímetros y hojas primordiales lineares, ligeramente agudas, de color verde blanquecino.

Dado los varios tipos de Romero existentes, es una especie cuyas aplicaciones forestales están muy limitadas pero de bastante interés para trabajos de jardinería y repoblaciones de carácter productor.

El cultivo del Romero (Rosmarinus officinalis) puede realizarse en envase forestal de 200 a 300 centímetros cúbicos, en siembras tempranas de otoño-invierno. Las siembras siempre deben ser lo más tempranas posibles, para obtener planta tipo de una savia o dos savias, con un tamaño final de 15 a 20 centímetros de altura.

Si se compra la semilla, unos datos de interés son el de su pureza que debe estar entre 90 y 97%, su poder germinativo en torno al 78 y 100% y que en un gramo hay aproximadamente 350 semillas.