Recolección de rebollones

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Recolección de rebollones

La recolección de rebollones es una práctica semi festiva ya que mientras algunos la realizan para conseguir unos recursos económicos, otros muchos la practican como mero placer para su consumo personal.

El nombre científico del Robellón, también conocido como Níscalo es Lactarius deliciosus y pertenece a la familia Russulaceae.

Los robellones aparecen según la climatología reinante entre principios de otoño y mediados del invierno en zonas de pinares, siendo bastante abundantes en años lluviosos. Estos viven formando micorrizas con diversas coníferas, especialmente del género Pinus.

Recolección de rebollones en el bosque

El robellón es una seta ideal para ser cocinada a la plancha, perdiendo bastante sus cualidades organolépticas si se cocina en guisos. Hay que tener en cuenta que su calidad culinaria y sabor varía en función del terreno donde crece e incluso el estado fenológico de su recolección.

¿Cómo reconocer los rebollones?

A simple vista, su sombrero es convexo en su nacimiento, evolucionando a extendido y finalmente deprimido con forma de embudo. Es bastante quebradizo a pesar de su carnosidad. Su diámetro es variable y puede ir desde los cinco centímetros a algo más de 20. Posee un color típico anaranjado sobre el que aparecen manchas verdes en su madurez.

Su pie es corto con respecto al sombrero, de forma cilíndrica y algo más estrecho en su base. Puede llegar casi a los 10 centímetros y es de color naranja con consistencia quebradiza.

Su carne es blanca que curiosamente vira inmediatamente al anaranjado y posteriormente al verde a los pocos segundos de ser cortada. Es una carne consistente, maciza, granulosa, de sabor dulce ligeramente acre y olor agradable que nos recuerda sutilmente a la resina.

Recolección de rebollones

Consejos para la recolección de rebollones

Sabiendo que aparecen tras el paso del calor veraniego, tenemos que esperar unas semanas tras las primeras lluvias. Con la humedad, el hongo inicia su proceso de reproducción y por ende la aparición de sus setas.

Siempre es recomendable elegir un buen día para su recolección ya que en sí es un día de paseo y en el que se disfruta con todos los sentidos. Disfrutar de una fantástica mañana de sol, del aire fresco y del olor a tierra mojada… es uno de los grandes placeres de la vida.

Saber el punto exacto donde encontrarlos y cómo buscarlos es fruto de la experiencia, por lo que un buen consejo es no obsesionarse. Y una de las reglas de oro: llevemos la educación medioambiental al máximo. Nada de ir con bolsas de plástico, levantando el musgo, removiendo la tierra… imitando al ‘caballo de Atila’.

Como equipo básico tendremos un buen calzado para caminar por las laderas de la montaña, un cuchillo para cortar las setas por su base, unos guantes si así se desea y una cesta de mimbre. Si el día es lluvioso podemos llevar un impermeable, un bastón de apoyo… pero lo básico es lo antes mencionado.

Es importante recolectar los rebollones en cestas de mimbre ya que estos hongos se reproducen por esporas. Así, cuando se recolectan, los depositamos en la cesta en la misma posición que crecen y con ello facilitamos que suelten sus esporas mientras paseamos, ayudando a su dispersión.

Recolección de rebollones con amigos

Andemos sin prisas ya que las laderas de los montes tienen su pendiente y podemos tropezar y caer fácilmente. Ir en compañía es ideal: disfrutaremos más y unos siempre cuidan de los otros. Recordemos que en el monte lo habitual es no tener cobertura en el móvil y es muy fácil perderse y/o desorientarse.

No es un consejo para la recolección de rebollones pero sí para disfrutar del día. El pasear por la montaña implica esfuerzo físico, por lo que llevar unos bocadillos y agua es muy importante para reponer las fuerzas, disfrutando y compartiendo estos placeres en buena compañía

Dónde buscar es relativamente fácil. Los robellones crecen generalmente por su cara más húmeda del monte, donde apenas llega el sol. Por lo tanto buscamos en zonas frescas, húmedas y oscuras.

Buscaremos en zonas en que predomine el musgo. Como los pinos suelen acumular hojas (acículas) sobre el suelo con el tiempo, estaremos atentos a pequeños montículos ‘sospechosos’ y miraremos si debajo de ellos se está desarrollando algún rebollón.

Recolección de rebollones por el bosque

Oiremos quien dice que el hongo está aquí o allí. La verdad es que está prácticamente en todo el bosque… a nuestros pies, de forma invisible y presente bajo tierra. Su micelio se desarrolla por el interior del suelo, micorrizando las raíces de los pinos. Lo que sucede es que sólo cuando se dan las condiciones de humedad y temperaturas adecuadas para su reproducción aparecen estos órganos especializados en ello. ¿Y dónde aparecen con más frecuencia? en estas microzonas húmedas y frescas en las que la planta se asegura de que sus esporas germinarán y se desarrollarán con mayor garantía de éxito.

Por lo tanto, evitar las zonas excesivamente escarpadas y con pendientes pronunciadas ya que no suelen elegir estos lugares para fructificar. Lo harán con mayor probabilidad en pendientes más suaves, donde la humedad se mantiene mejor y durante más tiempo.

Tras la recolección de rebollones y una vez en casa, los limpiaremos bien y los conservaremos en el frigorífico, pero no durante mucho tiempo ya que lo ideal es consumirlos lo antes posible… y si es a la plancha mucho mejor.

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