Si hay un ejemplo que ratifica que la naturaleza se abre camino en la vida, este es el de las plantas ruderales.
El ser humano puede asfaltar caminos, construir tramos ferroviarios, edificar toda un pueblo o ciudad, etc. y en muy poco tiempo, vemos como entre pequeñas grietas y espacios, comienzan a aparecer, principalmente, las llamadas plantas arvenses (malas hierbas).
Estas, si no son controladas, en unos años pueden llegar a recuperar estos espacios hasta colonizarlos por completo. Muchas de ellas también son plantas propias de la xerojardinería.
Planta rudera.
El término de planta ruderal proviene del latín ruderis, que significa escombro y se aplica a aquellas plantas que se caracterizan especialmente por su capacidad de desarrollarse en lugares muy pobres, desfavorables o devastados a nivel botánico.
Son plantas, generalmente de pequeño tamaño, y como hemos adelantado, que suelen aparecer en hábitats muy alterados por la acción del ser humano, como, por ejemplo: bordes de caminos, campos de cultivo abandonados o zonas urbanas.
Destacar que cuando estas plantas se encuentran en zonas fuera de la ciudad, en caminos, por ejemplo, también se les puede denominar como vegetación arvense (plantas que aparecen de forma espontánea en los campos de cultivo).
La flora ruderal y la actividad humana.
La flora ruderal y la actividad humana van de la mano desde siempre y además de forma íntima, transportando en algunos casos, ya sea de forma intencionada o accidental, estas plantas allá por donde va.
Y cuando no es el protagonista, entran en acción la fauna, escorrentías de agua y el viento como protagonismo en la dispersión de estas semillas o trozos de plantas, que arraigan allá donde encuentran un mínimo lugar y espacio vital. Su colonización es imparable.
En definitiva, las plantas ruderales son en sí competidoras y resistentes al estrés tanto térmico como hídrico, capacidades ideales para prosperar en lugares adversos.
Hay quien las define como plantas espontáneas u oportunistas, plantas salvajes y que surgen sin ayuda especial, sin voluntad o mediación directa del ser humano. Son inesperadas y la mayoría de ellas autóctonas.
Pero no deben ser catalogadas fácilmente como malas hierbas. Estas, en espacios compatibles con el ser humano, tienen muchos efectos beneficiosos para el medioambiente, como por ejemplo el atraer a insectos polinizadores, ayudan a conservar la biodiversidad, a restaurar ecosistemas alterados, frenar la erosión, etc.
Catálogo de plantas ruderales.
Cada zona tiene su propio catálogo de plantas ruderales, puesto que crecen con un componente de plantas autóctonas o históricas y propias de esos espacios invadidos por la sociedad.
Por nombrar algunas de ellas, son catalogadas como tal el Amaranthus palmeri, Chelidonium majus, Datura stramonium, Daucus carota, Euphorbia prostrata, Nicotiana glauca, Reseda luteola, Sisymbrium officinale, Sonchus oleraceus, Taraxacum officinale, etc.
Centrados en la flora ruderal ibérica, dominan preferentemente las compuestas, aquellas de tipo de flor en margaritas, las leguminosas como son los tréboles y las gramíneas, como la Avena loca.
Teoría CSR sobre plantas ruderales.
Buscando información sobre plantas ruderales se puede encontrar la teoría CSR. Esta fue acuñada por el ecólogo John Philip Grime en el año 1975.
John Philip describió su teoría basándose en las estrategias de vida de los vegetales ruderales. Y las clasificó en tres tipos diferentes según su respuesta a distintos factores ambientales: Competidoras (C), Resistentes al estrés (S) y Ruderales (R). De ahí sus siglas CSR.
En este contexto, John Philip define estas plantas ruderales basándonos en las siguientes características: tamaño pequeño, ramificación escasa, ciclos de vida cortos, un potencial reproductivo fuerte y un crecimiento rápido.
Excelente explicación, no conocía el término pero, si ejemplos de plantas ruderales