Cuando nos referimos a las plantas acuáticas y el cuidado del medioambiente, lo hacemos desde un punto de vista de responsabilidad ecológica. Si consultamos nuestra relación de plantas acuáticas, encontraremos una gran diversidad de especies entre los grupos de plantas de rivera o margen, plantas profundas y plantas flotantes. La mayoría de ellas son consideradas a día de hoy como cosmopolitas ya que durante estas últimas décadas, han viajado entre continentes en calidad de plantas ornamentales, desgeolocalizando su verdadera zona de origen.
Debemos de ser conscientes de que si se dan unas condiciones muy adecuadas para su desarrollo en un lugar determinado, distinto de su lugar de origen natural… y perdemos su control en el acuario o estanque y pasan a nuestro entorno natural como lagos o ríos… estas fantásticas plantas pueden llegar a ser peligrosas para nuestro medio ambiente.
En este sentido, en España ya hay ejemplos de plantas acuáticas como la Alternanthera philoxeroides (Lagunilla, hierba del lagarto o huiro verde), Azolla filiculoides y Azolla caroliniana (Azolla o helecho de agua), Cabomba caroliniana (Cabomba o cabomba verde), Crassula elmsii, Egeria densa (Elodea o maleza acuática brasileña), Eichhornia crassipes (Jacinto de agua o Lirio de agua), Elodea canadensis (Broza del Canadá o peste de agua), Hydrilla verticillata (Elodea de Florida o tomillo de agua), Hydrocotyle ranunculoides (Redondita de agua), Lagarosiphon major, Ludwigia grandiflora y L. peploides (Ludwigia), Myriophyllum aquaticum (Milenrama brasileño o cola de zorro), Pistia stratiotes (Lechuga de agua), Salvinia molesta y Salvinia natans (Acordeón de agua)… especies que son un problema medioambiental en determinadas zonas naturales.
Tirar los restos de podas o simplemente desprenderse de alguna especie que ha dejado de ser de nuestro gusto tirándolas a un lago, canal, rio, pantano… no es un buena idea sino todo lo contario. Inicialmente pensamos con ello que seguimos dándoles vida y lo que en realidad no sabemos es que podemos crear daños irreparables tanto a la fauna como a la propia flora autóctona del lugar.
Normalmente, estas especies “domesticadas” de plantas acuáticas tienen en uno de sus valores destacados el de su rusticidad. Y precisamente este factor es el que les hace jugar con ventaja en la competitividad por la supervivencia en su hábitat. Por otra parte, los ecosistemas naturales suelen tener un equilibrio muy frágil y ahí es donde reside el problema ya que las especies foráneas los rompen con gran facilidad.