A la hora de comprar planteles de hortalizas para nuestro huerto urbano como por ejemplo melones, sandía, tomates, etc. vemos en ocasiones que en la base de la plantita se encuentra una especie de pinza de plástico. Se trata de pinzas para injertos hortícolas y sirven para mantener unida la variedad del pie con la variedad comercial durante el proceso de injertado.
Las pinzas para injertos hortícolas, también llamadas clips, están fabricadas tanto con plástico como de silicona según los modelos. Y las hay con mayor o menor grado de transparencia con el objetivo de observar la visibilidad del lugar injertado, de tamaños para adaptarse al grosor de los tallos, así como de flexibilidad para favorecer la unión del injerto.
Los planteles hortícolas injertados son más caros que los que proceden directamente de semilla, pero también son de mayor calidad.
Actualmente, en los semilleros se realizan injertos con total efectividad, rapidez e higiene. El uso de pinzas para injertos en planteles es una práctica establecida como microcirugía vegetal.
Las plantas injertadas son en realidad dos plantas. El llamado pie o patrón es el responsable de darle fuerza y resistencia al sistema radicular. Este se desarrolla mejor en suelos más complicados.
La otra planta es la variedad comercial, la injertada sobre el patrón y la que será en realidad la que dé los frutos. Suelen ser variedades muy buenas produciendo pero con un sistema radicular más pobre o delicado.
El injerto se realiza en el semillero y se siembran las dos plantitas por separado. Cuando germinan, se cortan las dos plantitas (variedad comercial y patrón), se desecha la parte aérea del patrón sobre la que se injerta la variedad comercial. Se sujetan con estas pinzas para injertos hortícolas y en condiciones favorables, quedan unidas a los pocos días. A partir de ahí se comercializan como un plantel hortícola tradicional… pero de mucha más calidad.