Como planta de flor, la multiplicación del Crisantemo debería de ser por semilla. Pero a nivel profesional, su multiplicación se encuentra muy industrializada y basada principalmente en la modalidad de esqueje apical. También se propaga profesionalmente de forma in-vitro, aunque sólo para sus fases de obtención de plantas madres para garantizar su sanidad vegetal.
Como decimos, su propagación profesional se realiza mediante esquejes terminales que se obtiene de plantas madre seleccionadas de variedades con capacidad de cosecha y gran vigor, mantenidas bajo condiciones de días largos para inhibir la formación de botones florales.
Estos esquejes apicales miden entre 7 a 10 centímetros y pueden colocarse directamente a enraizar o almacenarse durante unas seis semanas máximo en condiciones que eviten su deshidratación a unos 3ºC.
Básicamente, la multiplicación del Crisantemo es fácil dentro de invernaderos bien acondicionados. El enraizaje consiste en aplicar un producto enraizante del tipo ácido indolbutírico (IBA) en la zona basal del esqueje. Clavarlos un centímetro en un substrato turboso especial para enraizado (poroso, con perlita o vermiculita), con un poco de fertilizante de liberación controlada y calcio. Durante toda la fase de enraizado se nebulizarán sus hojas con cierta frecuencia para evitar su deshidratación.
La temperatura del invernadero deberá situarse entre los 18 y 22ºC. En estas condiciones, la multiplicación del Crisantemo se llevará a cabo entre 15 y 20 días, dependiendo de la variedad y de la época en la que se realiza el esquejado.
Una vez enraizado, se embala en cajas bien acondicionadas y se envía al vivero de destino en el menor tiempo posible. De igual forma una vez llegan a su destino, se aconseja el ser plantados rápidamente. Durante los primeros días tras su plantación, es importante rociarlos con agua durante las horas de mayor calor para evitar que se deshidraten.