Existe una leyenda guaraní, uno de los pueblos originarios de Argentina, sobre la flor del ceibo. Esta leyenda popular transmitida oralmente no sólo inspiró a poetas, literatos y compositores, sino que tuvo mucho peso en la elección de la flor del ceibo, símbolo de la valentía y la fortaleza, como la Flor Nacional de Argentina y Uruguay.
Se cuentan diferentes versiones de esta leyenda. Esta es una de ellas:
La Leyenda de la Flor del Ceibo
Antes que los españoles pisaran las tierras que baña el Paraná, vivía allí la tribu de los guaraníes. Estos eran comandados por un cacique cuya hija única no había encontrado todavía hombre para casarse ya que su fealdad negaba los brazos de cualquier indio de la zona.
Pero Tupá la había bendecido con una virtud que compensaba su desdicha, su voz y su canto eran tan bellos que los mismos pájaros de la zona la envidiaban. Su bella voz le valió el nombre de Anahí (la de la voz de pájaro).
Un día hubo un gran revuelo y grandes preparativos entre los indios.
– ¿Qué pasa? -preguntó Anahí a uno de los guerreros – ¿por qué vistes las galas de guerrero y afílas las flechas?.
– Es que un peligro nuevo nos amenaza. Esta vez no son nuestros habituales enemigos los que nos atacan, sino hombres muy raros, vestidos con trajes brillantes y duros. Además llevan flechas que arrojan fuego. Tu padre no quiere avisar a los niños y las mujeres porque no sabe si son enviados por el genio del mal, o el genio del bien. O si son hombres como nosotros; y si son hombres querrán pelear. Por eso nos ordenó que estuviéramos preparados.
Una vez desembarcados, los españoles instalaron un campamento provisorio.
No tardaron los guaraníes en darse cuenta que no eran enviados infernales o celestiales sino hombres como ellos que querían apropiarles las tierras y usarlos como esclavos.
El cacique, sabiendo que eran más débiles en cantidad, decidió atacar con valor y coraje, él no quería ser un esclavo de los colonizadores, y esa misma noche, con la sigilosidad que los caracterizaba, guió a los guerreros al combate, que fue largo y sangriento.
Toda la noche lucharon los indios por su libertad, y el alba los vio volver derrotados conduciendo los despojos de los que habían caído.
Anahí les salió al encuentro, y al preguntar por su padre, en el silencio de los hombres derrotados descubrió que nunca volvería.
Fue enterrado el cacique en las tierras sagradas como es la tradición, y un dulce y armonioso canto, como el que solía escuchar cada mañana, lo acompañó al encuentro con Tupá.
Los sobrevivientes del combate se reunieron en asamblea para discutir quien sería el próximo cacique, ya que Anahí era hija única y no se había casado con nadie.
Fueron varias las opciones que se dieron:
Establecer juegos de supervivencia, combates, alianzas, y muchas cosas más, pero el tiempo pasaba y cada día desembarcaban mas españoles. Uno de los guerreros levantó la voz y dijo: -Yo sé que muchos de ustedes me van a seguir, que otros me odiarán, pero yo propongo entregarnos a los españoles y ser sus esclavos, nosotros somos fuertes y quizás algún día podremos hacer un trato, al menos viviremos, yo prefiero vivir como esclavo y no morir como un tonto.
Anahí al escuchar tales palabras, y al ver que casi todos los sobrevivientes al duro combate lo seguían, se paró en una piedra y alzando su delicada pero potente voz dijo:
– Si!, peleen y tal vez morirán, entréguense y vivirán, al menos un tiempo.
Yo lucharé con ustedes, aún más, haremos un ejercito y atacaremos a los españoles porque prefiero morir como una valiente guerrera que cambió su vida por la libertad de su pueblo, a morir sabiendo que podría haber sido libre, pero nunca intenté lograrlo. Y algún día, cuando nuestros hijos, y cuando los hijos de nuestros hijos nos recuerden, ellos sabrán que los españoles nos pueden quitar la vida, pero jamás nuestra libertad.
El pueblo indígena, conmovido por las palabras, y convencidos de su fuerza y astucia, decidieron atacar pero de otra manera. Ellos sabían que los españoles no conocían el territorio.
Bastaba que un soldado se alejara para que una silenciosa flecha lo atravesara de parte a parte. Hasta los mas pequeños de la tribu los atraían hacia las profundidades del bosque para hacerlos caer en las garras de un animal peligroso.
Pero la temeridad estaba llamada a ser la desgracia de Anahí.
Un guerrero le había mostrado cuál era el español que había dado muerte a su padre, y ella desde ese día no hacía más que vigilarlo buscando la ocasión precisa para terminar con él.
Una noche observó que estaba de centinela, y se llegó muy cautelosamente hasta muy cerca, porque no era una tiradora muy experta. Favorecida por las sombras que la ocultaban, Anahí extendió su arco, una flecha silbó siniestramente y el centinela rodó por el suelo arrojando un grito espantoso.
Sin embargo la joven indiecita se había arriesgado demasiado. En un momento los españoles, que estaban alertas debido a las tantas desapariciones, acudieron en auxilio de su compañero.
Llegado el amanecer, los españoles prepararon un plan de ataque con la intención de capturar al cacique de la tribu, quien ya se había ganado la fama de los españoles al creer que medía más de 4 metros de altura y que en sus batallas podía matar cientos de guerreros con tan solo sus manos, que era el hijo de una bestia y que sus garras median más de dos metros.
Atacaron los españoles y grande fue la sorpresa de éstos al ver que el famoso cacique de la tribu no era mas que una joven muchachita que no media más de 5 pies de altura.
Anahí fue apresada y la llevaron a la presencia del jefe español.
– Una mujer que mata como un hombre. ¿Sabes lo que te espera por matar a un centinela?. Anahí no entendía una palabra de lo que el jefe español decía, pero sí podía presentir lo que le esperaba.
– Llevadla al bosque, atadla a un árbol y quemadla viva – Sentenció el capitán.
La indiecita fue conducida al bosque, donde después de ser salvajemente abusada, fue sujetada a un árbol y rodeada con haces de leña. Un soldado roció con grasa la madera y arrimó la tea.
Débiles lenguas de fuego se propagaron por las ramas junto con un humo negro y sofocante. Y entre el humo y el fuego, la infeliz muchacha quedó oculta a los ojos de los verdugos, quienes en vez de escuchar los gemidos de dolor, sentían que un agradable y tranquilizador canto surgía de la garganta de Anahí; era la misma melodía que había entonado el día del entierro de su padre.
Murió como una valiente guerrera de Tupá y sabía que él y su padre los esperarían mas allá del horizonte.
Los centinelas estaban a punto de retirarse cuando de repente observaron algo que los dejó pasmados.
Las llamas se despegaron del suelo y se elevaron hasta la copa del árbol, llevando a la india envuelta en un manto de fuego. Y, al llegar arriba, se introdujeron entre las ramas con violento chisporroteo. Mudos de terror se habían quedado los españoles. Miraban al pie del árbol y no veían a la joven, miraban a la cima y el espectáculo de aquél fuego que iluminaba hasta las puntas de las hojas sin quemarlas, les producía un temor mas grande todavía.
Por fin uno acertó a mover la piernas y echó a correr hacia el campamento, los otros lo siguieron en precipitada carrera hasta que el lugar quedó desierto.
Mientras tanto, un indio que estaba oculto entre unos matorrales, también había visto el prodigio y corrió a contárselo al brujo de la tribu.
– Es la mano de Tupá -dijo- que eleva el alma de Anahí para llevársela consigo. Llévame hacia ese lugar.
Como ya amanecía se acercaron cautelosamente para evitar que los oyeran los españoles, que tenían su campamento no lejos de allí.
– ¡Aquí es! ¡Aquí esta la leña de la hoguera! Miraron la copa del árbol. Las llamas no coronaban ya al árbol, que ahora ostentaba orgulloso, su copa cuajada de flores de una clase que nunca nadie había visto antes.
Esta flor no tenía perfume, tenía la forma de las lenguas de la llama que la envolvieron hasta matarla, y era roja como su sangre generosa.
Era la flor del ceibo, flor que habita actualmente la zona del litoral, pero que crece en cualquier sitio.
Preciosa historia!! Me ha encantado!! Si es que las flores son todo un mundo!! Bellísimas, aromáticas, inspiradoras y mágicas!! Muchas gracias por compartirlo con nosotros. Un saludo!! 🙂
Muy bonita la historia, triste. Me encantó.