La Peonía (Peonia broteroi o Paeonia broteroi), perteneciente a la familia de las Paeoniaceae, es una de las flores más hermosas y tóxicas que podemos encontrar en nuestros campos. Habitante común de matorrales, prados, pastizales y sotobosques de robles y encinas, destaca desde lejos, con sus flores de color púrpura intenso.
Planta vivaz, pasa el invierno representada por rizomas subterráneos, brota en primavera y fructifica en verano. Pasado el verano, y cuando los pétalos ya se han marchitado y los frutos han madurado, sigue mostrando su belleza ya que las semillas negras con restos rojizos llaman la atención del caminante.
Sus tallos que alcanzan hasta 70-80 cm de longitud, a menudo están coloreados de rojo. Hojas uni o bipinnatisectas, con 10-30 segmentos, de ovados a oval-lanceolados, verdes y brillantes por el haz, glabros en el envés. Flores de hasta 15-16 cm de diámetro, que están formadas por 5-6 pétalos de color rosa púrpura.
La Peonía también llamada rosa albardera, rosa maldita o rosa de monte, es una planta herbácea perenne, rizomatosa, endémica de la península Ibérica, por lo que sólo podemos encontrarla en nuestra península, y aunque tiene propiedades medicinales, como antiespasmódica, sedante y a veces utilizada contra las hemorroides, su alto contenido en principios activos hace que sea muy tóxica para el hombre, e incluso animales, hasta el punto de que en algunos pueblos llaman a sus flores «matagallinas», probablemente por alguna experiencia tenida con sus hojas o frutos en algún corral.
Antiguamente la usaban contra convulsiones y epilepsía pero dejó de utilizarse por el peligro que conllevaba. Sus flores y semillas pueden provocar naúseas, cólicos y diárreas.
Existen variedades cultivadas que se utilizan en jardinería, pero las que encontramos en el campo no son aptas para trasplantarlas, ya que muy probablemente no sobrevivan.