Siempre encontramos libros de fotografía que han sido creados para permanecer abiertos sobre una mesa y así releídos constantemente con la mirada. Un ejemplo claro de ello es el libro ‘Herbarium Amoris’, del fotógrafo sueco Edvard Koinberg y en que homenajea al botánico también sueco Carlos Linneo con sus fotorretratos de un centenar de plantas y flores.
El fotógrafo Edvard Koinberg nació en Estocolmo en 1964 y lleva durante estos últimos diez años centrando sus trabajos en proyectos personales, donde las plantas y los jardines son temas recurrentes. Para realizar sus retratos de plantas se ha basado en la tradición artística de la Ilustración y de los pintores holandeses del siglo XVII y XVIII. A día de hoy, sus fotografías han sido expuestas en toda Europa, en EE UU, Rusia, Bielorrusia, Ucrania, China, Indonesia, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda.
Volviendo al elegante libro ‘Herbarium Amoris. La vida amorosa de las plantas‘ (Taschen), Edvard Koinberg sigue la estructura del original ‘Calendarium Florae‘ -calendario floral-, de Carlos Linneo, en los que halló una conexión entre una vieja tradición de las ilustraciones de las plantas y una moderna tecnología. La sexualidad de las formas del reino vegetal que se muestra en estas fotografía a color, antes de ser reunidas en este libro han sido expuestas en más de 60 lugares de 21 naciones.
El concepto de planta de la sexualidad fue realmente iniciada por el médico y botánico sueco Carl Linneo (1707-1778). Trabajando con su colección de más de 20.000 especímenes, agrupó flores y plantas en un ‘Calendarium Florae‘, sistemáticamente las clasificó por el número y la disposición de sus partes la reproducción, aprovechando paralelismos directos con los órganos sexuales humanos. Muy controvertido en su momento, la afirmación de que una planta de estambres y pistilos espejo genitales humanos dio lugar a una ‘revolución sexual’ en la taxonomía vegetal.
Ahora, Edvard Koinberg crea en este libro una moderna contrapartida de la labor de Linneo, abordando el tema con la misma pasión y dedicación. Después de haber cultivado varios centenares de plantas en su casa de campo, Koinberg fotografía cada delicada flor en su estudio bajo condiciones de iluminación perfecta.