El rincón de Amparo: un jardín con experiencia.
El proyecto trata de organizar el pequeño jardín de esta vivienda adosada. Con apenas 50 metros cuadrados útiles, el espacio cuenta con una piscina y dos ambientes: la zona de acceso a la vivienda y el espacio de jardín. Ambos separados por una rocalla, ya algo obsoleta y fuera de contexto para una vivienda de arquitectura sobria y contemporánea como es esta.
El diseño por tanto, debía devolver al jardín el protagonismo que reclama una vivienda como esta, pero por otro lado ser reflejo de la psicología del cliente. El jardín como pieza viva y para ser vivida, tenía la necesidad de hablar del cliente y sus experiencias vitales.
En este sentido las líneas generales del proyecto son las siguientes:
- Dotar a la vivienda de una entrada elegante, limpia y sin estridencias.
- Solucionar el desnivel de 1 metro entre acceso y la zona de piscina.
- Ocultarse de los vecinos y generar privacidad respecto a la entrada.
Con todo ello, se propone una solución donde prima la fenomenología frente a lo estático y en la que el agua cobra un papel determinante. Además la naturaleza madrileña de los clientes también debía ponerse de manifiesto.
La solución adoptada es entonces el diseño de un estanque de dos alturas que a modo de espacio ambivalente sustituya a la rocalla actual, creando una pieza de jardín central y protagonista. Moderna y actual, la lámina de agua funciona como un tapiz de sensaciones donde aparecen reflejos, transparencias y sonidos. Junto a ella se desarrollara una propuesta vegetal de jardín continental que recuerda a la sierra madrileña. El agua, las encinas, los madroños, el mirto, los jazmines, el laurel… están presentes en el jardín.
El estanque se comporta de forma distinta en la entrada como en el solárium del jardín. En la entrada la delicada lámina de agua nos da la bienvenida al acceder a la parcela. En cambio, este espacio con tintes orientales se rompe cuando ocupamos el solárium, donde el ruido de la cascada nos rompe la quietud del principio.
Hormigón y mármol
El estanque lo configuran cuatro elementos:
- La lámina de agua.
- Un cubo de 50x50x50 centímetros a modo de fuente minimalista.
- La cascada.
- El vaso de compensación bajo la cascada y que oculta los filtros y la bomba.
El vaso del estanque se realiza en hormigón armado y con acabado fratasado a mano. Para su coronación y el revestimiento del cubo se opta por el mármol travertino de 4 centímetros de espesor basto, sin pulir y de coquera abierta. Un material con alma y duradero. Que además contrasta con el hormigón fratasado, su alter ego en los frentes del estanque y cascada. La idea es fomentar ese cambio de atmosfera mediante la alternación de los materiales. El travertino es protagonista de la entrada mientras que cuanto más nos acercamos al solárium gana protagonismo el hormigón.
En la entrada, el estanque se levanta 60 centímetros quedando visto un fondo cubierto de canto rodado de río color caramelo. Por el contrario en la zona de piscina, aparece un salto de agua, el travertino es sustituido completamente por un hormigón que humedecido resalta sus matices, brillos y texturas. Se genera además un ambiente más fresco gracias al sonido del agua al caer. Un sonido que nos vuelve a trasportar a los húmedos parajes de la sierra.
Un recorte de monte
La vegetación se distribuye manteniendo algunas plantas del jardín anterior como el ficus bonsái y la Phoenix reoebelenii. Estas se incorporan a un jardín continental donde el rosal paisajista blanco (Rosa spp.) y el mirto recortado (Myrtus comunis) a modo de seto, son los protagonistas. Esta imagen rígida de jardín ornamental se desdibuja mediante elementos de monte como el laurel (Laurus nobilis) y la carrasca (Quercus ilex), que funcionan como transición a un jardín mediterráneo donde el naranjo (Citrus sinensis) y el jazmín (Jasminum officinale), aromatizan el jardín.
Junto al solárium, se plantan dos madroños ejemplares (Arbutus unedo). Estos tiene la misión de generar la privacidad necesaria y ocultar el solárium de las miradas indiscretas. Bajo ellos aparece una masa de lentisco (Pistacia lentiscus), la tierra vista se cubre con corteza de pino de piñonero (Pinus pinea). El alcorque pasa a ser un recorte de monte en este jardín continental que junto al mar nos transporta a los rincones mágicos de la sierra madrileña.
Este jardín contiene: Myrtus comunis, Arbutus unedo, Laurus nobilis, Citrus sinensis, Viburnum lucidum, Pistacia lentiscus, Phoenix Reoebelenii, Rosa spp, Jasminum officinale, Quercus ilex…
» Diseño y paisajismo: David Jiménez y Jaime Pastor
» Ejecución: Viveros Ferpas
» Fecha de ejecución: Febrero 2013
Sobre el autor: David Jiménez es un joven paisajista que diseña jardines desde el corazón, dando valor a la experiencia vital y los recuerdos del cliente. Estos son la materia prima de este paisajista que trabaja el jardín como si de un lienzo de sensaciones exquisitas se tratase.
Además, David asesora a profesionales y particulares en temas de paisajismo y representación gráfica del paisaje. Sus proyectos han sido expuestos y publicados en varias revistas y plataformas.
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