Si quisieras regalar una docena de Rafflesias, tendrías que prepararte para levantar casi cien kilos de peso. Está considerada la segunda flor más grande del mundo (tras la Amorphophallus titanum) y otra de sus “cualidades” que no se puede dejar pasar por alto, es su insoportable olor a “carne podrida”, por lo que también se la conoce como flor cadáver.
Sí, la naturaleza no deja de asombrarnos, siempre hay algo para destacar por quien la admira y a veces suceden cosas magníficas, como la flor de la que hablamos en este post. La Rafflesia arnoldii está considerada una de las flores más grandes del mundo que crece en en sudeste de Asia, en especial en los bosques húmedos de Indonesia. Fue allí donde fue descubierta por primera vez en 1818 en la isla de Sumatra por Thomas Stamford Raffles y Joseph Arnold.
Rafflesia arnoldii, una de las flores más grande del mundo
Expertos de la Universidad de Harvard, la Universidad del sur de Illinois, el Instituto Smithsoniano y la Universidad de Wisconsin, creen que esta flor es producto de la evolución de otras flores minúsculas. Está catalogada como perteneciente al orden: Malpighiales, familia: Rafflesiaceae y género: Rafflesia.
A pesar de su gran tamaño, este impresionante prodigio de la naturaleza se ve en raras ocasiones. Su período de floración es de cuatro días y su estado de eclosión es de veinticuatro horas, si se dan las condiciones adecuadas. Sus pétalos tienen hasta medio metro de longitud, un grosor de casi 3 centímetros y supera a veces los 10 kilos de peso.
Se trata de una flor de textura carnosa y colores rojizos y anaranjados con manchas color beige, están unidas entre sí por una estructura con forma de recipiente hueco. En el centro se sitúa una columna con un disco del que emergen algunas espinas verticales.
La planta no realiza la fotosíntesis por carecer de hojas, brotes y raíces (sólo es visible su flor). Es una planta que parasita a los árboles, creciendo sobre sus raíces, de donde obtiene los nutrientes necesarios. Sus órganos vegetativos se reducen a una red de fibras celulares que se encuentran mayoritariamente entre los tejidos de la planta hospedadora o formando un sistema rizomatoso.
Las flores, que desprenden un fuerte olor fétido (similar al de la carne podrida), son capaces de emitir calor. Se cree que ambos mecanismos les sirven para mimetizar el calor y el olor de un animal muerto y atraer la atención de las moscas carroñeras, que son los insectos que la polinizan. Son flores unisexuales, por lo que los insectos que las visiten deben darse mucha prisa en la visita a la flor masculina y la femenina, para que la polinización sea exitosa, dado el poco número de días que permanecen abiertas.
Si la polinización resulta exitosa, se producirán unos frutos redondos con pequeñas semillas de cáscara dura. Las encargadas de esparcir esas semillas serán las musarañas arborícolas.
No es la flor que quisieras en tu jardín por su olor, pero es un icono donde crece. En los folletos turísticos de Indonesia su imagen está incorporada como símbolo de la riqueza natural del país.
No figura en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, pero sí en su área de distribución están protegidas en algunas reservas donde expertos ambientalistas trabajan en la forma de recrear su hábitat para estimular la recuperación de la población.
Fuente: Nuestro clima y BioEnciclopedia.